El otro día te recordé más de lo normal. Le estuve hablando a Ella de ti, de lo guapo que eras y lo bueno que fuiste siempre conmigo y con todos. Lo mucho que aguantaste y lo tranquilo que estás ahora... Porque espero que así sea, te mereces la paz eterna como el que más. Recordé lo mucho que hemos hecho juntos, todas las tardes que pasamos comiendo piruletas, las veces que tuve que quedarme a dormir en tu casa por miedo a las pesadillas que me perseguían noche sí, noche también... Fuiste el único en el que pude confiar para poder contárselo TODO con todo detalle, el que me ayudaste en absolutamente todo, incluso en lo más difícil, pusiste ganas, genio, dinero, lo que hiciera falta por hacerme sentir bien y aunque a veces pienso que no te correspondí como era necesario... Creo que fue lo mejor amiga que pude ser con nadie y nunca seré.
Mi mejor amigo... Cuánto te echo de menos, mi M. Y sé que no soy la única. Mi otra M también te echa de menos. Aún duele tu ausencia, aunque hayan pasado ya, ¿dos años? Ya ni recuerdo el día que te fuiste, pero recuerdo a la perfección tu cara. Tus ojos, tus labios, tu pelo, siempre planchado y bien cuidado, tu maquillaje, el cual siempre llevabas aunque fueras un chico y te importara poco lo que dijeran de ti. Tuviste una vida muy difícil, tanto fuera cómo dentro de casa y pocos tienen la culpa de que fuese así, no puedo decir nadie porque sé que algunos jugaban a joderte la vida y no me perdonaría decir que nadie tiene la culpa de tu vida difícil.
Hace mucho tiempo que no sé de tu familia, desde que te fuiste que no hablo con nadie, borré absolutamente todo recuerdo tuyo que tenía cibernéticamente para hacer más llevadera tu ida, pero aún conservo algunos de tus recuerdos físicos aquí, conmigo... Así cómo un collar que me regalaste una vez que fuiste a tu país natal, una camiseta tuya que me regalaste porque le tenías mucha estima y en una de esas noches de pesadillas, te la llené de mocos (lo recuerdo y una sonrisa se me aparece en mis labios, créeme, eso nunca cambiará), tanto cómo mi primer poster de nuestro grupo favorito que, aunque esté un poco desgastado, lo conservo. Así cómo todos los recuerdos vividos juntos, nuestras escapadas a escondidas de nuestros padres a Barcelona sin tener ni puta idea de por dónde íbamos, pero siempre encontrando el camino de vuelta, hasta que nos la aprendimos, o las veces que nos íbamos a la otra punta de la ciudad a fumar para que no nos pillaran nuestros padres, comprando tabaco en el bar chino de la chica rancia, ¿la recuerdas? Siempre nos miraba con una cara tan rara... Y no era para más, nuestras pintas eran para verlas. Me castigo a mí misma por no hacerte ninguna foto. Sé que no te gustaban (es más, las odiabas), pero me hubiese encantado tener una foto tuya para poder recordar siempre tu cara y que no se borre de mi mente con el transcurso de los años... Algún día, si consigo volver a contactar con ellos, le pediré una a tu familia.
He cambiado mucho desde la última vez que nos despedimos, antes de volverte a tu país natal y partir, he madurado, han pasado muchas cosas, buenas, malas, neutrales, pero, en el fondo...
Sigo siendo esa muchacha que te quería, mi M. Tu muchacha, con muchísimo cariño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario